El pasado viernes, la Cruz de Lampedusa visitó la parroquia de San Francisco Javier para ayudarnos en nuestras reflexiones, oraciones y compromisos cristianos.
La Cruz debe su nombre a la pequeña isla de Lampedusa ubicada al sur de Italia, muy cerca de Libia, y convertida en la principal puerta de entrada a Europa para muchos migrantes. Lampedusa fue el destino del primero viaje apostólico del Papa Francisco que conmovido por los dramáticos naufragios acontecidos en ese año, en los que cientos de personas perecieron en sus costas y otros cientos convirtieron la isla en un inmenso campo de refugiados, la visitó el 8 de julio de 2013, a poco más de tres meses del comienzo de su pontificado.
El pontífice celebró la Santa Misa en un altar construido sobre un cayuco naufragado, teniendo ante sus ojos un mar Mediterráneo camino de convertirse en un cementerio de migrantes. Allí fue donde el Papa denunció por primera vez a ‘globalización de la indiferencia’. La cruz fue construida por el artista Franco Tuccio con restos de madera de embarcaciones naufragadas en la isla. En el 2014 el Papa la recibió cómo regarlo de la fundación italiana Casa dello Spiritu y delle Arti, y al bendecirla dijo: “No podemos seguir viviendo anestesiados ante el dolor ajeno. Lleven a todas partes a Cruz de Lampedusa como símbolo, para acercar y no olvidar el drama y la realidad de los inmigrantes…”.